el fin de una vida de azulceleste

el cielo es rojo y apurado, desaparece tras el ventanal del tiempo; la calle trascurria en espantosa cotidianidad, sus ojos grises gritaban cada paso que él arrancaba de la tierra, acercandose cada vez más al tenebroso final de no sentir; el tango aun sonaba a lo lejos con su resonar de bandoneones, beso que aun queda humedo y tibio en los frios timpanos.

la calle es fria y es hermoza su neblina; estira las manos para tocar el cielo, las nubes grices que lo ocultan de sus yemas, de sus oscuras palmas, manchadas con carbon y mutiladas por afiladas cuchillas.

el sueña en una gran mentira, rie llorando imenzas carcajadas que ruedan por sus mejillas como suicidas decididos por poner el fin a su alma. A lo lejos ya ve la entrada, se acerca acechando con ojos de paria, una puerta cromada opuesta al alba precede a la llegada de su meta de color esmeralda.

poco a poco los jardines que en sus ojos aun paseaban, deambulantes se han marchitado dejando solo la graba; nunca logro estampar en un lienzo su mirada ni tramar en un cuento la complicada ruta que asu su cuello él siempre hallaba, ahora solo cuenta los pasos cortos hasta la ruta de su puente de cera, su ultimo puete, su puente que lo enterrará.

ya faltan solo diezmil pasos y mil mentiras, para cumplir con el tago que su vida describe, primero hay que amar despues sufrir y al fin andar sin pensamiento, para luego en silencio cruzar y no mirar su rostro de escarlata y bronce.

ahora solo son diez los que del subsuelo debe arrancar con colera y delirio; todo atraz quedo enterrado en su bolcillo, jamas besar, no volver a dibujra, sordo quedar y ciego al mar.

ya no puede caminar, ahora le tocará volar, con su terno azul celeste se irá a teñir las nubes de silencio gris.

el niño asustado se levanta de inmediato, el viejo que le hablaba se acava de morir; su vida le contaba, cuando de la nada dejo de vivir.