Las manos se encuentran

Las manos se encuentran, se tientan, se acarician; luego se aprisionan y abrazan como pulpos ciegos, se ahogan en una muerte compartida, los dedos se tornan blancos y los latidos se vuelven uno.

Las miradas se encuentran, tibias y pequeñas, las bocas llenas de gestos extraños, casi una sonrisa; el caminar se muere de la nada, cada músculo muere en un instante; los pulpos se secan; los rostros se abalanzan uno en búsqueda del otro, se aprisionan con los brazos como alas; los labios muerden, bailan un tango con las lenguas; las narices se chocan y se fracturan.

Las miradas desaparecen y de la nada vuelven a surgir; las alas ya no ahogan a sus dueños y los dedos abandonan sus costillas, la guerra entre las bocas poco a poco termina; los dientes ya no muerden, las lenguas ya no bailan su tango sensual y las miradas ya no son pequeñas sino profundas...

Ahora si los labios húmedos esbozan una sonrisa...

Las manos transformadas en palomas...

Los corazones en caricias...

Los cuerpos en latidos...

La calle en una sola brisa.